viernes, 29 de octubre de 2010

GALLETAS DE FLORES EN MACETERO



Hoy os traigo las galletas que le preparé a Bely, una amiga de la familia que hace uno meses se calló y rompió un tobillo, espero que mis galletas le hayan ayudado a llevar mejor el reposo…



Por cierto, me consta que tanto esperó para comerse las galletas que el bizcocho se puso malo…jajaja…Por lo visto, le daba pena comérselas. Si ya digo yo: ¡pena ninguna! cuanto primero se coman, primero hago otras.







Para que no se murieran las flores, las trasplanté a una maceta en la cual –previamente- había hecho un bizcocho. La idea la vi hace meses en el blog de Paula y, para esta ocasión, la rescaté del disco duro que tengo en la cabeza (qué por cierto: es muy duro).



Es muy fácil, simplemente se sustituye el molde por una maceta cerámica y, elaboráis cualquier receta de bizcocho de chocolate que tengáis por casa. Yo he utilizado la receta del bizcocho de yogurt y le he añadido entre la harina 4 cucharadas de cacao en polvo.

El molde engrasado y forrado con papel de hornear.



El bizcocho en el molde, listo para hornear.



Enfriándose antes de montar las flores.



Y con tan buen abono, he conseguido que florezcan estas galletas, que por cierto, las he hecho de canela y harina de maíz:



sábado, 16 de octubre de 2010

PASTEL DE QUESO CABRALES



El pasado sábado, sobre las 11 de la mañana, suena el teléfono en mi casa; era mi padre para invitarnos a comer en “el ranchito”; había comprado unos costillares y los iba a preparar en la parrilla, por supuesto: ¡aceptamos su invitación!

Siempre que vamos a comer “al ranchito” me gusta llevar algo preparado por mí. Cómo no tenía prevista la invitación, me puse a pensar que podía preparar sobre la marcha, entonces recordé que en la nevera tenía una cuña de queso cabrales que me habían regalado en Navidad, posiblemente ya estuviera caducada pero: ¡ya sabéis que yo no tiro nada!, salvo que tenga bichos o huela mal…jajaja…bueno, en esta ocasión -lo del olor- simplemente, ¡lo ignoré!…jajaja…

Tenía muchas ganas de preparar la receta que hoy os traigo, así que me fui corriendo a buscar el libro de cocina dónde viene y - ¡bingo!- cumplía todos los requisitos, es decir: tenía todos los ingredientes para prepararla y el tiempo de preparación también se adecuaba a mis necesidades, así que, me puse anos “al queso” y la preparé.

El libro de cocina de dónde la copié es “El libro de las Guisanderas de Asturias” (La cocina legendaria: Recetas de antaño, su historia y preparación). El club de las guisanderas está compuesto por varias generaciones de mujeres, a veces hasta 3, que han regentado o regentan restaurantes y/o casas de comidas en distintos pueblos de Asturias.

La receta de este pastel es de la guisandera Aurora González Velasco, del restaurante “Teyka” de Moreda de Aller – Moreda.

Deciros que al llevar “Quesu Cabrales” el sabor es un poco fuerte, así como el olor. Por lo tanto, si no os gustan los queso fuertes, siempre podéis probar con otro más suave; yo lo repetiré con el cabrales pero poniendo la mitad de cantidad.

Aunque lo comimos en el mismo día, a las pocas horas de hacerlo, recomiendo que lo preparéis de un día para otro, para mi gusto está mejor, la textura mejora puesto que con el paso del tiempo se compacta y endurece más.



Y ahora, la receta.

Ingredientes:



300 gr. De “Quesu Cabrales”.
1\2 l. de nata líquida.
El tamaño de una nuez de mantequilla.
Pimienta negra.
6 Huevos.

Preparación:

Fundir en una sartén fuerte el queso, a fuego lento.





Fundir en una sartén pequeña la nuez de mantequilla (yo lo hice en el micro).Verter en un recipiente alto la nata líquida, añadir el queso fundido y la mantequilla y los 6 huevos batidos. Sazonar con pimienta, no mucho, dependiendo del punto del queso. Batir con “minipimer”.



Rellenar un molde rectangular de 1 L. (lo hice en dos porque en el corona no me cogió todo, pese a tener un litro de capacidad…) previamente untado con mantequilla y fondo de pan rallado (se me olvidó ponerle… ¡las prisas!).



Cocer al baño María en horno a 200º (lo precalenté) aproximadamente durante 3\4 de hora, comprobando el punto pinchando con una aguja. Dejar enfriar y desmoldar.



Servir frío, cubriéndolo con una bechamel rala, sazonada con nuez moscada (tampoco le puse).


domingo, 10 de octubre de 2010

CROQUETAS DE FABADA




¡Sorpresa! De nuevo por aquí y ¡sin galletas!…jajaja. Hoy os libráis, para la próxima, seguro que no…jajaja.

En esta ocasión os traigo esta receta que ha surgido gracias a las croquetas de morcilla que ví hace unos meses en mirecetario.com y en el blog de Paula.

Hablando con mi madre sobre ella, me comenta que en una boda las había probado de fabada…mmmmmmm…Ya tenía comprada la morcilla para hacerlas pero, al final, la congelé y opté por experimentar con una lata de “fabes”, eso sí, sólo puse la mitad del bote…por si acaso.

El experimento ha salido bien, os aconsejo probarlas. Podéis jugar con la cantidad de fabada que queráis poner. En mi caso, la próxima vez, creo que me atreveré con el bote entero, incluso con el “compango”.

Ingredientes:



100 g de mantequilla.
1/2 litro de leche.
1/2 Bote de fabada pequeño.
100 g harina entera.
1 pizca de sal
Para empanar: harina, huevo y pan rallado.

Elaboración:

Poner en una sartén la mantequilla a fundir. Añadir la mitad del bote de fabada (sólo “les fabes”) previamente machacadas con un tenedor.



Mezclar hasta formar una crema homogénea.



Incorporar la harina y mezclar bien hasta formar una masa.



A continuación, echar la leche -previamente calentada- sobre la masa y remover sin parar, salpimentamos a gusto y dejamos cocer hasta que se forme una masa que despegue de las paredes de la sartén.





Vertemos sobre un recipiente, tapamos con film transparente para que no se forme costra y dejamos templar antes de introducirla dentro del frigorífico para que se enfríe.



Una vez fría formamos las croquetas según costumbre. Yo lo hago con ayuda de dos cucharillas, las paso por harina-huevo-pan rallado y las voy poniendo en una bandeja de congelación, separadas de una en una para que no se peguen, así me quedan sueltas y, una vez congeladas, las junto todas en una bolsa o recipiente de congelación y de la cual me iré sirviendo según necesite.





A la hora de comerlas caliento aceite en una sartén y las voy friendo.



Las dejo desgrasarse un poco sobre un papel de cocina.



Y, finalmente…a comer.



Por cierto ¡¿Alguien me puede decir como freírlas sin que se revienten?! Es que a veces me pasa y no sé porqué.